Tú y yo,
una mirada,
un silencio,
amor,
deseo,
pasión.
Tú y yo,
un suspiro,
un gemido,
una melodía,
una balada,
una danza.
En mis ojos
tú, esencia de mujer,
en los tuyos
pecado original de placer.
En mi cuerpo el fuego,
en mi piel el clamor,
en tu sendero la súplica,
en tu deseo la excitación.
Mi boca desciende imperativa
trazando el camino del delirio
que eriza tu piel
entre besos de dulce miel,
de tu cuello, a tu pecho,
donde recibo con avaricias
tus pechos con mis caricias,
y mamo en tu sorpresa
de tu botón de tu fresa,
mientras mis manos
descienden sobre tu silueta.
Y me pierdo en el laberinto del abismo,
y me llevas a la tentación de lo prohibido,
y me revuelco en las ganas de tu delirio,
y mis pechos son devorados por tu boca,
y tus labios adosados en la gruta de mi cuerpo,
y mi navío desbordado en el río de su cauce,
y mi carne transformada en locura y placer.
Lamo el manjar escondido,
bebo tu llanto desfallecido,
en el temblor de tu erguido.
Y tu lengua es mi delirio,
y mis lágrimas son tu alimento,
y soy relámpago vibrando en tu cuerpo.
Manos sútiles que desnudan nuestros perfiles,
en el templo de la pasión,
avivando los latidos del corazón.
Ahogándonos en gemidos,
delirando entre suspiros,
gritando de loco placer.
Y sigo camino de la excitación
bajo con mi lengua en revolución
hasta el edén ardiente
en el que me recibe tu vientre
y me retuerzo como serpiente
que roza tu ombligo
mientras me excito contigo.
Muda sin palabras,
mi cuerpo brama de gozo,
mordiendo mis labios,
provocada hasta el infinito,
con tu lengua alborotada,
hurgándome en cada rincón,
en esta profunda convulsión.
Te reclinas en arco de pasión
con ansias y desesperación,
te abres en excitación.
Húmeda deseosa recibo de ti
el cáliz de nuestra comunión
en el tango del amor.